Historia del convento de monjas franciscanas Santa Isabel de El Espinar

Antes de comenzar a leer este artículo advierto que el convento del que vamos a hablar, quizás haya dejado de existir, su lamentable abandono y estado ruinoso es muy avanzado. Lo que en su día fue un maravilloso lugar de culto, ahora se ha convertido en unas peligrosas ruinas las cuales podrían venirse abajo en cualquier momento.



El edificio, actualmente propiedad del ganadero residente El Espinar, Antonio García-Segond Nuñez "Puig", pudo tener su origen en la segunda mitad del siglo XVI. Propiedad de D. Antonio Manzorro y su esposa Dª Catalina Sollanilla y Mendoza quienes cederían, en 1575, una de sus propiedades para convertirlo en un convento de monjas franciscanas de la Tercera Orden de San Francisco, ya que posiblemente, una de sus tres hijas profesaría como beata, tal y como cuenta D. Domingo Rodríguez-Arce Mateos (alcalde de El Espinar desde 1895 a 1902) en su libro Historia de la Villa de El Espinar.

La más antigua documentación encontrada que haga referencia a las beatas y al convento de monjas, está en el testamento de Doña María de Prado, viuda de D. Luís Vázquez de Arce y Dávila que manda “A las honras de cabo de año, se den a las beatas del Monasterio de Santa Isabel de El Espinar una fanega de trigo, medio carnero, un cabrito y media arroba de vino para mejorar la comida y a cada religiosa dos reales”. En el mismo testamento fechado en El Espinar a 8 de septiembre de 1582, “manda al monasterio de Santa Isabel para ayuda de dorar el retablo seis mil ochocientos maravedis”.

En el testamento de Doña Catalina de Laguna, viuda de don Alonso Sánchez Ibáñez, fechado en El Espinar en 1 de diciembre de 1575 consta que “Ítem mando que se compre olandilla o bocacin colorado o amarillo lo que fuere necesario y con ello y con unas tiras de red anchas que yo tengo, hagan a mi costa dos frontales, uno para el altar del Monasterio de Santa Isabel y otro para la Concepción de Peguerinos”.

En el primer libro de partidas de Bautismo y confirmaciones de la Parroquia de El Espinar podemos ver con fecha 3 de Marzo de 1576 que D.ª Juana Bernaldo y su hermana, ambas ya beatas del convento de Santa Isabel de El Espinar, son confirmadas junto con Isabel Ortiz en la Parroquia de San Eutropio por el Abad de Medina del Campo en nombre del Obispo, según D. Servando Hurtado González, estudioso de este su pueblo El Espinar.

No será hasta 1604, cuando el Papa Pío V las mandó recluir y guardar clausura, y ordenar así el Convento de Santa Isabel. A la superiora o ministra le dio el título de abadesa y a las demás monjas. Así el beaterio se convirtió en el convento de Santa Isabel de la villa de El Espinar.

Estas monjas tenían su propia iglesia donde se decía misa, pero al carecer de capellán fijo, ciertos domingos tenían que trasladarse, a la iglesia de San Eutropio, donde se situaban con sigilo y orden, bajo el púlpito. Salían a consolar a los enfermos, y rezaban con sus familiares en las ermitas de la localidad.

El convento, que en sus comienzos tuvo gran esplendor y prosperidad económica, se mantuvo así durante dos siglos.

Domingo Rodríguez de Arce: “Había en él gente de gran virtud y muy principal. También esbelta iglesia, un bonito altar plateresco con Sacramento y otros tres altares y coros, órgano y oratorio, celdas y huerta y hacienda con que pagar al Vicario y a las criadas”.

El convento, construido de acuerdo con el arte mudéjar, constituía un complejo de entre 25 a 26 mil metros cuadrados. Estaba formado por un noble edificio para iglesia de estilo barroco, de la que aún se puede ver unos muy lucidos estucos en sus bóvedas, una buena residencia para las monjas, una casa para la servidumbre, un albergue para peregrinos, con una gran huerta con molinos, y también, en su interior, se llegó a tener una escuela para niñas pobres de la localidad, todo ello cerrado por altos muros en piedra. Esta iglesia contaba con un altar mayor plateresco, dos más pequeños en los brazos del crucero, coro, celdas y un bello escudo en su puerta principal que informaba de que allí se ofrecía cobijo para quien lo necesitara. Aún hoy, y pese a su estado de ruina, se conservan algunos restos de las yeserías de su cúpula del siglo XVIII y el sepulcro.

A un lado y otro del altar hay enterrados tres personajes de la nobleza. Lapidas de mármol adornadas con un escudo de armas coronados, dos leones erguidos con las patas apoyadas sobre ellos, y por cada lado 4 pinos,

El epitafio de la lapida de la izquierda dice:


A.D.-P.R.M.
Aquí yace la muy ilustre Sra. D. a María Manuela de los Rios Suarez de Figueroa y TormiellU, Marquesa de San Felices y de Surco, Condesa de Alcolea, hija de los Condes de Gavia y mujer del muy ilustre Señor Don Antonio Ramón de Tordesillas, Marqués y Conde de los mismos títulos; señora de honor de la Reyna nuestra señora la augustísima Dª. María de Portugal, primera patrona de este convento de Santa Isabel.
Murió en esta villa a los 14 años de su edad y uno de su matrimonio en 31 de mayo de 1750. 

En la lapida de la derecha se lee:


R. I. P. 

Aquí yacen los Excmos. Sres. D. Antonio Ramón de Tordesillas, Sáenz de Vitoria, Gullón y Castejón, Salazar de Muñatones, Jaraquemada, Castilla, Calderón, Santander, Vega, Vargas y Soto Mayor, Torres, Fonseca, Ulloa y Contreras, Marqués de San Felices, Conde y Señor de Alcolea, gentil hombre de camara de su majestad con ejercicio, murió el 12 de mayo de 1803 y Dª. María Antonia de Soda Vermúdez de Castro y Hazlor, su mujer, murió el 13 de septiembre de 1802. 

Inició su decadencia con la llegada de los franceses en la Guerra de la Independencia, lo que supuso la expulsión de las monjas y el fraile que allí habitaba, el 1 de diciembre de 1808.

En junio de 1827, 24 años después, las monjas regresan al convento y continúan con orden hasta desaparecer paulatinamente con la “Desamortización de Mendizábal” en 1836, cuando las religiosas pudieron ser trasladadas al convento de Villacastín.

Es en 1868, cuando se produce la revolución conocida como la “Septembrina” que hace que las monjas sean expulsadas violentamente del convento y tengan que abandonarlo precipitadamente, saqueando sus bienes y destruyendo todo cuanto encontraban a su paso. Lo que entendieron que no tenía valor lo arrojaron al Arroyo Renales de donde se pudo recuperar parte de una alfombra, la caja expositor del Monumento de Semana Santa y algunos libros del convento por parte del criado del Marqués del Arco.

Las monjas fueron trasladadas entre lágrimas al Monasterio de San Antonio El Real de Segovia. La propiedad se subastó por un precio simbólico y pasó a manos de particulares. El retablo y el órgano de la capilla, se vendieron a otras iglesias.

La exclaustración, la venta en pública subasta, la falta de medios para su mantenimiento y el abandono, hicieron del edificio la ruina que presenta en la actualidad, habiendo pasado sus nobles estancias por ser posada, vivienda de funcionarios del Ayuntamiento, mercado, carpintería, cine, teatro, llegando a utilizarse como pajar, cuadras, cebaderos,...

Durante la Guerra Civil también fue utilizada como cuartel aprovechando la tropa mora la buena sillería del convento para hacer fuego y calentarse.

Dentro de la iglesia del convento y a ambos lados del altar se encuentran los enterramientos de D.ª María Manuela de los Ríos Suárez de Figueroa y Tormiellij, Marquesa de San Felices y de Surco y al otro lado del altar está el enterramiento de D. José Antonio Ramón de Tordesillas-Cepeda y Sáenz de Vitoria y María Antonia de Sada Bermúdez de Castro y Azlor, Marqueses de Sanfelices y Condes de Alcolea de Torote.

El Convento de Santa Isabel de El Espinar (Segovia), fue declarado por el Decreto 213/1997, de 23 de octubre, Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento y publicado en el Boletín Oficial del Estado con fecha 28 de Noviembre de 1997, núm. 285.
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Decía el programa de fiestas del año 1958


Corrían los últimos tiempos de la Reconquista y nacía en Madrigal de las Altas Torres la niña que habría de dar cima a la unidad española y a la creación del Imperio.

Enrique IV acampaba con sus huestes grandes temporadas en el palacio que construyera en El Espinar, dedicándose a la caza; y el personal de su corte, compuesta de títulos y nobles venidos de Madrigal, Arévalo y Medina, se asentó en este lugar, donde construyeron palacios y casas solariegas, fundaron grandes patrimonios que habrían de convertirse después en benéficas Capellanías; y al amparo del cortejo real y de su gran pompa y señorío, se fundó el convento de Santa Isabel, que aún existe, y que estuvo habitado por una Congregación de monjas hasta su traslado a Segovia en 1870.

Resaltamos la importancia histórica de tal fundación para evocar la simpática figura de la Condesita de Alcolea, que falleció a los catorce años de edad, cuando llevaba uno de casada con el fundador del convento, y cuyos restos, así como los de su esposo, se hallan enterrados en la capilla del altar mayor, donde están las correspondientes tumbas e inscripciones. Los muros que aún se conservan son pregoneros de la nobleza de sus fundadores, de sus notables artesonados, de su magnífica fábrica; todo ello reducido a las violencias de los tiempos modernos, al peso de los años y a las injurias del olvido y a los que se asomara con su asaz inocencia y curiosidad de colegiala, la olvidada, joven y bella Condesa de Alcolea.
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Situación del Convento




Fotos año 2007 José M. Maza Bermejo 

foto: José M. Maza Bermejo 

interior del convento

foto: José M. Maza Bermejo 

foto: José M. Maza Bermejo
foto: José M. Maza Bermejo 

exterior del convento foto: José M. Maza Bermejo 

FOTOS MAYO 2016 












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En relación al 
PLAN GENERAL DE ORDENACIÓN URBANA DE EL ESPINAR 2014:





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Decreto 213/1997, de 23 de octubre, por el que se declara bien de interés cultural con categoría de monumento, a favor del convento de Santa Isabel, en el Espinar (Segovia). https://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-1997-25472

Fuente de datos: Apuntes para la historia de la comunidad de religiosas franciscanas de Santa Isabel de El Espinar (Segovia) por Jesús Nicolás SÁNCHEZ SANTOS, Ávila


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